
Aquí en Salzburgo
Placer, historia y tranquilidad
Aquí en Salzburgo hay espacio para todo el mundo: tanto para quienes planifican su día con objetivos claros como para quienes prefieren entregarse al dulce arte de no hacer nada y dejar volar el alma.
Y hay otras que se quedan contigo para toda la vida. Salzburgo, sin lugar a dudas, pertenece a este segundo grupo.
Esta ciudad conquista el corazón – no solo por su impresionante paisaje entre esplendor histórico y entorno alpino, sino también por su carácter inconfundible. Ya sea con sol, bajo una suave lluvia de verano, entre la niebla otoñal o en pleno invierno, cuando la nieve cae en silencio: Salzburgo despliega su encanto en cualquier estación, haga el tiempo que haga.
Desde 1997, el casco antiguo de Salzburgo forma parte del Patrimonio Mundial de la UNESCO – un libro de historia al aire libre. Calles estrechas y sinuosas, letreros de gremios en forja, cúpulas majestuosas y fachadas ricamente decoradas cuentan siglos de historia.
Imprescindible para cualquier visitante: la Getreidegasse, donde nació Wolfgang Amadeus Mozart. Hoy, en esta calle conviven elegantes boutiques con antiguos talleres artesanos. Es habitual hacer cola para una “Bosna”, el típico bocado callejero de Salzburgo – o disfrutar, cuando llega el invierno, de unas castañas asadas recién hechas.
Elevándose sobre la ciudad está la fortaleza de Hohensalzburg – el símbolo indiscutible de la ciudad, visible desde la distancia. Con sus 7.000 metros cuadrados, es una de las mayores fortalezas medievales completamente conservadas de Europa – y una de las atracciones más visitadas del país. Subir – a pie o en funicular – se ve recompensado con unas vistas que en días despejados alcanzan hasta los Alpes de Berchtesgaden. ¿El momento más mágico? Cuando los tejados de la ciudad brillan bajo la luz dorada del atardecer.
Los amantes de los museos encontrarán lo que buscan en el DomQuartier, en el Museo de Arte Moderno – al que se llega caminando por el monte de la ciudad, desde Mülln hasta la fortaleza – o en la Casa de la Naturaleza, cuyas fascinantes exposiciones en varios niveles resultan especialmente atractivas en días de lluvia, tanto para pequeños como para mayores.
Salzburgo alberga alrededor de 50 iglesias – con una arquitectura admirable y auténticas joyas de arte sacro. A la vez, son lugares silenciosos de recogimiento, contemplación y pausa interior.
La ciudad invita a paseos sorprendentes y variados: el Mönchsberg ofrece panorámicas espectaculares. Alrededor del estanque de Leopoldskron se puede pasear con total tranquilidad – o relajarse al aire libre en la piscina cercana de Leopoldskron. Al otro lado del Mönchsberg, el Müllnerbräu recibe a sus visitantes en un encantador biergarten bajo robles centenarios – el lugar perfecto para hacer una pausa, disfrutar de un pícnic o tomar una foto para el recuerdo.
Salzburgo también es conocida por su Schnürlregen – esa lluvia fina que cae como si fueran hilos del cielo y que deja la ciudad limpia, brillando al sol. Quien se queda en casa esperando a que pase, se pierde lo mejor. La historia, el arte y la vida te dan la bienvenida: desde un desayuno en un café tradicional hasta una comida deliciosa en alguno de los muchos buenos restaurantes, pasando por museos, galerías, la casa natal de Mozart o la fortaleza. Los amantes de la música tienen propuestas durante todo el año – ya sea en los mundialmente famosos festivales, en conciertos de jazz, rock, pop o vanguardia, o en la música popular de toda la vida, como los cantos de Adviento.

Vista matinal desde el Ayuntamiento hacia la Getreidegasse
Con 158.000 habitantes y una superficie de 65,7 km² (datos de 2024), Salzburgo es la cuarta ciudad más grande de Austria. Ofrece tanto a residentes como a visitantes una altísima calidad de vida, una economía dinámica y excelentes conexiones de transporte – tanto nacionales como internacionales. Sus seis montes urbanos – incluido el Gaisberg, que supera los 1.200 metros – junto con el emblemático y cercano Untersberg, de casi 2.000 metros de altura, brindan refugios ideales para quienes desean alejarse del bullicio.


Viajar por el mundo a través de la cocina – desde Salzburgo
Aquí en Salzburgo, personas de todo el mundo comparten su cocina.
Pocas ciudades combinan con tanta elegancia la tradición culinaria con la sofisticación contemporánea como lo hace Salzburgo.
Aquí, pasar hambre es prácticamente imposible. La cocina austriaca – con su legado imperial – se fusiona con influencias del Mediterráneo, de Escandinavia, Asia y África. Recetas de toda la vida se reinterpretan con técnicas actuales. ¿El resultado? Un deleite para el paladar que sorprende y conquista – tanto a locales como a viajeros.
Y luego está la cultura del café – que en Salzburgo es casi más que un ritual. Uno se sienta, se relaja, hojea el periódico o simplemente observa el movimiento de la ciudad – quizá con una sonrisa tranquila ante quienes van demasiado deprisa.
Un hogar – para nosotros y para nuestros invitados
Aquí en Salzburgo, nos sentimos verdaderamente en casa.
Mostramos nuestra ciudad con orgullo – y con razón.
Salisburgo no vive solo del turismo, sino sobre todo gracias a quienes la habitan. Sus habitantes hablan de su ciudad con cariño y satisfacción: la calidad de vida es alta, las distancias son cortas, y la oferta cultural es muy rica.
Quien vive aquí conoce los lugares más emblemáticos – pero sigue descubriendo rincones nuevos: un banco escondido entre árboles, un patio interior silencioso, un sendero aún por recorrer – auténticos oasis de paz.

Ya sea la primera vez o una visita con nuevos ojos – nunca hay un mal momento para venir. La ciudad recibe a todos como a viejos amigos: con una sonrisa, un café humeante, una nota de Mozart o el eco lejano de las campanas.
Salzburgo no es una ciudad que se mira desde fuera – es una ciudad que se vive, se saborea y se redescubre una y otra vez. Y quien la ha conocido, lo sabe: Salzburgo permanece en el corazón – y espera con ilusión ser reencontrada.
Fotos: Christian Jarolim – hierinsalzburg.com